total:1 id:41

EL MERCURIO Economía y Negocios - 28 de noviembre de 2021

El elefante sobre la cornisa

"Los resultados del último domingo, sin embargo, hablan de prudencia de la mayoría de los electores, como si el inconsciente colectivo hubiese percibido el peligro de la cornisa. Ello otorga una chance para modificar lo que hasta antes de las elecciones parecía escrito en las paredes: concebir opciones a lo que están elaborando los convencionales”.

debate

Quien conozca de alta montaña sabrá de los peligros de la cornisa. La cornisa es un planchón de hielo que sobrepasa el terreno firme, extendiéndose más allá de donde comienza el filo de la montaña: la cornisa “flota” sobre el vacío. Mirada desde el lado del filo, se advierte con nitidez. Del otro lado, sin embargo, es indistinguible del hielo sobre tierra firme. El excursionista, entonces, bien puede creer que pisa tierra firme, cuando en realidad camina sobre hielo sin base, arriesgando así un accidente de “fractura de cornisa”, que suele ser fatal.

Si hubiera que buscar en economía un paralelo para el accidente de cornisa, tendríamos que asimilarlo a pánicos financieros o crisis de balanza de pagos. Estos, al igual que los accidentes de cornisa —donde nadie se cae en cámara lenta—, también ocurren con extrema rapidez y son igualmente desastrosos. Asimismo, sus causas se incuban lentamente en el tiempo, al igual como la cornisa nace de la paulatina acumulación de nieve en el filo. Por lo mismo, son usualmente las señales del mercado de capitales las que primero alertan de peligro de fractura de cornisa.

Hoy por hoy, qué duda cabe, las alertas están a la vista. La fuerte devaluación del peso este año, en tándem con alza de tasas, solo se explica por la salida de capitales, lo que incuba eventuales problemas de balanza de pagos. Sobre esto el mercado también está alertando con una creciente divergencia entre tasas en pesos y tasas en dólares para un mismo emisor de crédito. Por último, la extrema sensibilidad del mercado accionario y de divisas a los resultados eleccionarios del domingo pasado solo viene a confirmar que no estamos pisando tierra firme.

Se trata en definitiva de una profunda incertidumbre. A su turno, ello está íntimamente relacionado con el ánimo refundacional que identifica a la Convención Constituyente. En efecto, resulta especialmente sintomático que solo después de los resultados del 16 de mayo de este año, que marcaron una composición en extremo radical de la Convención, el mercado acusó franco recibo, con los síntomas ya referidos. Allí nace el inequívoco riesgo de fractura de cornisa, evidenciado en las alertas tempranas del mercado. Dada la magnitud de lo que está en juego, el asunto más bien parece ser un elefante sobre la cornisa.

La bolsa, el mercado de bonos y el de divisas reaccionaron positivamente por un rato a los resultados del pasado domingo, celebrando el mayor equilibrio político que otorgaron las elecciones parlamentarias, así como el desmejorado desempeño de Boric, el enfant terrible, refundador-creador de incertidumbre por excelencia. Pero no habrá contención del Congreso que valga si la Constitución que finalmente se ratifica resulta disfuncional al progreso económico. Tampoco, de ser derrotado Boric, tendrá éxito Kast en su intento por recuperar el vigor de la economía, si la Constitución sale como se espera que salga. El quid del asunto está en la Constitución que finalmente se apruebe. De ese elefante se trata.

Algunos esperan hoy que la Convención Constituyente sepa leer los resultados de la primera vuelta presidencial, morigerando sus ánimos refundacionales. Se equivocan. La Convención vive en un mundo propio, donde reina la convicción de que el país debe hacerse de nuevo por completo.

Los resultados del último domingo, sin embargo, hablan de prudencia de la mayoría de los electores, como si el inconsciente colectivo hubiese percibido el peligro de la cornisa. Ello otorga una chance para modificar lo que hasta antes de las elecciones parecía escrito en las paredes: concebir opciones a lo que están elaborando los convencionales.

Y ello tiene sentido de urgencia, porque el asunto se define en julio de 2022. No pueden los votantes enfrentarse en dicha fecha a una “nueva” Constitución sin tener una segunda ya elaborada, como alternativa. Debe haber dos opciones a elegir, no una sola (y la existente, después del “Apruebo” de 80%, no es candidata).

En este orden de ideas, si sale elegido Kast, se encontrará con la historia. Podrá propiciar, desde el Poder Ejecutivo, la formulación de una propuesta constitucional alternativa, en anticipación a lo que pudiera proponer la Convención. La tarea no es fácil porque deberá catalizar un esfuerzo colectivo que tendrá que ir, ciertamente, mucho más allá de su círculo original e incluso mucho más allá de la centroderecha, si ha de tener éxito. Pero el caso es que no le quedan muchas opciones, porque su plan económico, no importa cuánto se perfeccione, será inviable si en julio de 2021 se ratifica una Constitución como la que muy probablemente saldrá de la Convención. Y tampoco le quedan muchas opciones a quienes, siendo muy contrarios a Kast en múltiples aspectos, están, sin embargo, igualmente convencidos de que el camino de la refundación se asemeja al de un elefante paseando sobre la cornisa.

A unos y otros, entonces, no les queda otra. De otro modo, con el elefante sobre la cornisa, será la montaña quien tenga la última palabra.